domingo, 27 de abril de 2008

CHILE DEL SIGLO XVIII, MODELO PARA HOY

I.- INTRODUCCION



Una vez un gran pensador norteamericano del siglo XX, mientras en su casa de veranero en la playa escribía parte de su nuevo libro sobre las bases filosóficas para el hombre moderno, observó que antes del amanecer todos los días un hombre joven se dedicaba por horas a coger a las cientos de Estrellas de Mar, que debido a la marea baja, no alcanzaban a volver al Océano y que por tanto morirían con el abrazante Sol. Una a una las iba cogiendo y las lanzaba más allá de las olas, donde la marea no las pudiese regresar a la playa, tardando en esta acción más de cuatro horas, hasta los kilómetros de playa que alcanzaba a recorrer antes de ir a su trabajo como pescador.


Al pensador norteamericano le pareció “extraña” la acción, para no decir estúpida, de modo que transcurrida más de una semana de ver al joven, decidió acercársele para ver qué intentaba hacer. Al conocer su propósito le preguntó: “¿qué sentido tiene pasar todos los días salvando a estas Estrellas de Mar que al día siguiente serán nuevamente arrastradas por la corriente hasta la playa, donde morirán el día que no las arrojes más allá de las olas?” El joven sin contestar, y de modo muy respetuoso, se inclinó sobre la arena, cogió una de las Estrellas de Mar, corrió hacia las olas y la arrojó a lo profundo del Océano. Al regresar donde el pensador le dijo: “para aquella Estrella de Mar mi acción sí tuvo sentido.”


Tan impresionado quedó el pensador con la respuesta del joven que aquel día estuvo ayudándole con toda la playa hasta donde sus fuerzas le permitieron. El joven modificó el Paradigma que tenía el pensador, haciéndolo participar, en última instancia, de su proyecto. Porque cuando cambia un Paradigma, todo vuelve a Cero. No importa entonces cuánto dinero ganaste, ni cuánto pesan tus empresas; un cambio de Paradigma significa un cambio de visión, teniendo una Visión de Futuro.


De la misma manera, cuando algunas personas me afirman: ¿cuál es el sentido de intentar rescatar la Historia de Chile del siglo XVIII, en especial sobre los aportes de los religiosos alemanes de la Compañía de Jesús, cuando a los chilenos no les interesa ni su historia ni la del Mundo?, respondo entonces de la misma forma que el joven que rescataba a las Estrellas del Mar: “si logro interesar a un solo chileno a la semana en mi trabajo y obtengo su apoyo moral, se que para él tendrá sentido lo que hago, y en su vida vislumbrará un pequeño objetivo en cuanto a su identidad”.


La mayoría de los habitantes de nuestro pueblo de Chile son personas que carecen de una idiosincrasia propia, sin ideales ni sueños propios porque extrañamente la Historia de Chile enseña fundamentalmente hechos y no procesos, abordando principalmente los tiempos desde 1818 hasta nuestros días, y destacando la visión de Violeta Parra y Pablo Neruda como únicos exponentes surgidos de nuestra cultura, pero olvidando la riqueza de nuestra patria del siglo XVIII, cuando, según mis indagaciones, habíamos sido elegidos para ser los Líderes del Mundo. Y esa elección quedó “congelada” con la expulsión de los regulares que fueron de la Compañía de Jesús a partir del día 26 de agosto de 1767, debido a la orden emanada por el Rey de España, Carlos III, secundado por el Conde de Aranda. Y dijo “congelada”, puesto que esta decisión de nombrar a Chile como Líder del Mundo se postergaría por tan sólo unos 250 años aproximadamente, hasta que los tiempos fuesen los apropiados.


II.- HECTOR RIESLE CONTRERAS, LOS HABSBURGO DE AUSTRIA Y EL PAPA BENEDICTO XVI


Pocos meses después que el cardenal alemán Joseph Ratzinger asumiera como nuevo Papa, bajo el nombre de Benedicto XVI, fui invitado por Jaime Williams Benavente, presidente de la Fundación Ciencias Humanas, a una reunión informal, en la sede de dicha entidad, que presidiría el Presidente de los Caballeros de la Orden de Malta, y ex Embajador ante la Santa Sede entre 1974 y 1987, don Héctor Riesle Contreras, casado con Alejandra Marie Philippine Erzherzogin von Habsbourg-Lorraine de Austria.


En aquella oportunidad, en que asistieron personas ex miembros del cuerpo diplomático, el señor Héctor Riesle comentó entre varias cosas que el propio Gobierno Norteamericano le habría encargado una misión cinco meses antes que el Papa Juan Pablo II falleciese: conocer del cardenal Ratzinger cierto pensamiento estratégico y geopolítico sobre el Mundo en los próximos 30 a 50 años venideros. La pregunta era simple y sencilla: Riesle le pidió al cardenal que en un papel escribiera en orden de mayor a menor importancia los puntos del planeta que definirían y regirían la Economía del Mundo de las próximas décadas. El futuro papa escribiría como primer punto: Chile; como segundo punto: Sudáfrica; y como tercer punto: Indonesia e islas en su alrededor.


Esto sorprendió mucho al Gobierno Norteamericano, porque sus analistas tenían anotados los siguientes puntos estratégicos como zonas de interés para Estados Unidos: Chile, en primer lugar; Sudáfrica, en segundo lugar; y Malasia y entornos como tercer lugar, coincidiendo ampliamente con las observaciones del cardenal Ratzinger. Riesle diría entonces que Estados Unidos presionó para que fuese Joseph Ratzinger electo como el nuevo Pontífice.


Más, nosotros como chilenos podríamos preguntarnos, ¿qué antecedentes históricos existen en nuestro poder como para entender que tanto el Papa como el Gobierno de Norteamérica coincidieran en Chile como el punto estratégico y de gobierno económico para las siguientes décadas?


III.- TECNOLOGIAS TRAIDAS A CHILE EN EL SIGLO XVIII


A raíz del descubrimiento que mi grupo y yo hiciésemos respecto de una estructura metálica abandonada en una zona de Santiago que hasta el año de Expulsión de los Jesuitas correspondiese a parte de una hacienda conocida como La Ollería, y debido a que el propio gobierno norteamericano estuvo interesado en adquirir esta estructura de más de seis toneladas, junto a un grupo de conocidos me dediqué a indagar sobre los aportes y técnicas que los jesuitas alemanes hubiesen traído hacia Chile especialmente durante el siglo XVIII. Fue así como descubrí que durante todo este siglo los grandes aportes técnicos, orfebres y metalúrgicos habían surgido de Baviera esparciéndose luego por el resto de Francia e Inglaterra, y al resto de Europa; que la mayoría de los desarrollos en técnicas de fabricación de aceros y fierros de bajo carbono y azufre surgidos en Inglaterra, fueron todos dados por alemanes que habían viajado hasta esas latitudes del norte; que la mayoría de los conocimientos técnicos relacionados con Cartografía, Geomensura, desarrollos de Técnicas de Navegación, implementación de herramientas matemáticas había sido todas iniciadas por alemanes de Baviera, y en especial por sacerdotes y religiosos pertenecientes a la Compañía de Jesús. Ya a mediados del siglo XVII, el sacerdote flamenco de origen alemán Ferdinand Verbiest había fabricado en China el primer automóvil que la Historia conociese, siendo otorgado a su Emperador. Estos y otros inventos fueron de tal magnitud que al fallecer Verbiest, China Imperial le rinde honores de emperador a este sacerdote, siendo él y Mateo Ricci los únicos ciudadanos no chinos en recibir tal distinción. Los jesuitas alemanes lograron la confianza de los chinos a tal punto que estos últimos le confidenciaron el secreto de la fabricación de la Porcelana Fina, que fue manejada por Baviera durante el siglo XVIII hasta inicios del XIX, cuando en Inglaterra se descubre su secreto. Por otro lado, las investigaciones sobre la Electricidad eran propias de Alemania y de la Universidad de Leiden, en Holanda, de manera que todos los desarrollos que incluso Benjamín Franklin luego conoció e investigó tienen su origen en la zona germana y holandesa. Es así como, mientras en España, Francia e Inglaterra, los conocimientos sobre electricidad eran a nivel de legos, en Alemania y Leiden se hacían grandes trabajos para gestar el primer condensador que registre la Historia.


En resumen, el desarrollo técnico y metalúrgico de Europa tenía su cuna en Baviera, donde una familia de noble origen ayudaría a su desarrollo. En efecto, el fundador y primer presidente de la Academia de Ciencias de Baviera se debe al metalurgista alemán, Sigmund von Haimbhausen, sobrino de un sacerdote alemán que el año 1724 viajaría a establecerse en la ciudad de Concepción y luego de varios años posteriores a la Hacienda de Calera de Tango, donde el año 1748 forjaría el primer Centro Industrial que Chile y Sudamérica conocería. El sacerdote alemán, quien renunciara a su título de Conde von Haimbhausen, para abrazar el hábito jesuita, se llamaba Carlos, y nacería en 1694 en el Castillo de Haimbhausen, una región actual de Dachau, siendo nombrado Procurador para Concepción a pocos años de haberse hecho cargo de la Universidad Pontificia que funcionaba en esa ciudad desde antes de su llegada en 1724.


Si Chile debía convertirse en un Polo de Desarrollo, o en parte de un Nuevo Imperio en el Sur, sería evidente que durante esta época se estuviese trayendo a Chile gran cantidad de tecnología desconocida para los españoles de ese entonces, y con la complicidad de algunos miembros de la monarquía española que sintonizaran con las ideas impulsadas por los emperadores del Reich, o Sacro Imperio Germano Romano, surgido en el siglo IX y que estuvo vigente hasta la época en que intervino Napoleón Bonaparte, se lograrían que ciertos barcos salidos de puertos portugueses no fuesen revisados a su llegada en Buenos Aires y en Valparaíso o Talcahuano.


Fue así que, luego de indagar documentos del Archivo Nacional y en los papeles que dejara el sacerdote jesuita, padre Walter Hanisch Espíndola, Premio Nacional de Historia 1996, hallé sorprendentes antecedentes históricos que demostrarían que los jesuitas alemanes, dirigidos por el sacerdote Carlos von Haimbhausen, estaban intentando formar un Imperio que abarcaría todo el territorio que hoy ocupa Chile y Argentina, y Paraguay y parte de Brasil, siendo la sede principal Chile. El año que los jesuitas fueron expulsados, se encontró en el Puerto de Valparaíso 500 cajas de materiales técnicos de tal complejidad que nadie de Europa (España) ni de Chile pudo saber para qué servían. El padre Hanisch dice que estas cajas de instrumentos terminaron oxidándose con las décadas, en las bodegas del Puerto, porque no hubo especialista para comprender su hechura. Por otro lado, en los documentos del inventario que los ministros Juan de Balmaceda y Juan Antonio Archimbano describen, se da cuenta de la presencia de una Máquina Eléctrica hallada en la Hacienda de Calera de Tango, además de la gran cantidad de Acero y Fierro que los jesuitas tenían en dicha estancia. Recordemos que, por ese entonces, el fierro era un material estratégico y sólo los funcionarios reales podían fabricarlo en las Indias de América, y los extranjeros alemanes no estaban autorizados para ello.


En conclusión, los jesuitas bávaros impulsados por el padre Carlos de Haimbhausen habrían logrado: la fabricación de acero de bajo carbono y no quebradizo, la fabricación en Chile de Órganos de Coro, como el que dejaran en la Catedral, elaborando cada una de sus piezas; la fabricación de relojes que no sólo daban la hora, minutos y segundos, sino además indicaban las estaciones del año, las fases lunares, y los planetas visibles en las distintas épocas, uno de ellos otorgado de regalo a Mariana de Austria, reina de Portugal, y prima del padre Haimbhausen; la fabricación de la Rueda Hidráulica más grandes de Sudamérica para mover los talleres de Calera de Tango; el hallazgo de la primera Máquina Eléctrica que se tenga conocimiento en toda América; la fabricación del primer Túnel de Sudamérica usando explosivo y 72 operarios en la zona de Calera de Tango; la implementación de modernas técnicas de agricultura traídas desde Alemania; la elaboración y plantación de hermosos y coloridos jardines con árboles y plantas, que luego inspirarían a los posteriores Parques como el Cousiño, entre otros; la importación a Chile de modernas Imprentas Metálicas traídas de Alemania en 1748 e instaladas en Paraguay, Córdoba y Calera de Tango, y cuyos escritos hasta ahora no han sido encontrados. Por otro lado, la importancia de Chile como punto de acceso a Sudamérica fue tan importante a inicios del siglo XVIII que en lugar de intentar capturar el Puerto de Buenos Aires, la corona británica y el Marqués de Corpa, con sus secuaces y soldados ingleses vestidos de civil en Santiago, Valparaíso, Concepción y Valdivia, habían planificado tomar el control de todo Chile a comienzos de enero del año 1712, siendo desbaratada la operación por el propio Virrey del Perú, al conocer que el propio gobernador Andrés de Ustáriz estaba en contubernio con Gran Bretaña.


IV.- EMPOBRECIMIENTO DE CHILE


Con la expulsión de los Jesuitas de Chile, todo el territorio que era de ellos queda empobrecido y se malogran la mayoría de los cultivos y plantaciones, al no permanecer aquí los sacerdotes y hermanos coadjutores que con ellos venían. Paralelamente, es el gobierno local el que debe asumir los costos de una Educación que antes estaba principalmente en manos de los religiosos de la Compañía de Jesús. La falta de liquidez para los pagos de los profesores en las instituciones y la ausencia de mentes que sirvieran de directriz para las jóvenes generaciones, sume a su gente en un estado depresivo similar a que ahora vemos en la sociedad, donde ni los empresarios ni los políticos saben hacia dónde nos dirigimos.


Las ideas independentistas que batallan en Europa y en el naciente Estados Unidos alcanzan también a un triste Chile, quien luego de décadas, y mientras en Europa es depuesto Napoleón Bonaparte en su intento con continuar las monarquías, logra una de sus batallas finales el 5 de abril de 1818, dejando un Ejército exhausto y a la deriva, sin dinero, sin capacidad de reorganizarse. Por ello, Bernardo O’Higgins envía a su ministro Antonio de Irrisarri a Londres para negociar un crédito por un millón de libras esterlinas, del cual sólo le entregan el 67% del total, aunque Chile deberá pagar el total del millón más un seis porciento de interés anual. Así se crea la Deuda Externa que arrastraría a Chile hasta el presente. El resultado es que con los años Chile se transforma en un país de deudores, hasta el punto de representar la Deuda Externa en 1863 el 83% de la deuda del Estado. Sumado al hecho que Inglaterra presionaba por rebajas aduaneras y de impuestos, hacia el año 1890 Chile había pedido a Londres la suma total de 17.518.312 libras esterlinas, y aún habiendo cancelado hasta esa fecha la suma de 137.932.531 libras esterlinas, aún debía mucho dinero a los distintos bancos ingleses. Ramón Subercaseaux escribe que un diplomático de la época relató: “Con Chile la City hace negocios de la siguiente manera: acuerda un empréstito de un millón de libras. Comienza por no entregar algo menos de novecientas mil libras, según se convenga con el negociador. Sin embargo, el dinero no se mueve de Londres, porque será destinado a rieles, a locomotoras, a buques blindados. Más, los intereses y la amortización van corriendo, y los seguimos pagando. Cuando la deuda queda extinguida, hemos devuelto más de dos millones de libras para cancelar las novecientas mil libras que no hemos recibido y que no hemos podido guardar”.


En resumen, Chile decidió sumarse a una idea democrática que no entendía quedando transformado en sólo una colonia británica más déspota que la que tenía durante el período monárquico español en donde los Jesuitas instruyeron a los ciudadanos, les educaron intelectualmente y en el uso y trabajo de la tierra.


V.- LOS ARCHIVOS CON DOCUMENTOS JESUITAS


Cuando tiene lugar la Expulsión de los Jesuitas de todos los territorios de España, todos los documentos, manuscritos y libros son enviados al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, hoy Instituto de San Isidro en Madrid. Allí los documentos quedaron en poder del Consejo Extraordinario donde funcionaba la Junta y Administración de Temporalidades, con la idea de buscar papeles que pudiesen comprometer a los miembros de la Compañía de Jesús en las intrigas políticas del siglo XVIII. Recordemos que más de ciento cincuenta años atrás, en 1616, el Padre General jesuita Mucio Vittelecci había destruido todos los documentos que hasta ese entonces guardaba la Compañía, evitando así una persecusión anticipada sobre la orden. Ahora la Junta de Temporalidades en Madrid buscaba implicar a los jesuitas para efectuar un juicio ejemplar. En marzo de 1769, llegan hasta dicho colegio además los inventarios de todos los bienes de los expulsos, y las actas de posesión. En los años posteriores, hacia 1820, y a pesar que por un breve período los jesuitas fueron autorizados por el Rey de España y por la Iglesia Católica para frenar las ideas independentistas, la Revolución Constitucionalista y las posteriores Guerras Carlistas. Entre el año 1835 y 1868, los documentos del Colegio San Isidro son dispersados en varios lugares, desde donde son vendidos todos los documentos “al peso” para envolver carne, y para servir al fuego de las pastelerías y panaderías de Madrid. Presuntamente todos los documentos importantes fueron o robados o quemados, o destruidos por la ignorancia de los españoles que los usaban en sus ferias, salvándose algunos debido a Francisco Javier Bravo, rico comerciante español que dedicó gran parte de sus recursos y de su tiempo a acopiar los papeles que estaban en las ferias y panaderías. De todo, logró salvar hasta 1872 cerca de sesenta mil documentos, de los cuales más de la mitad los devolvió como donación a la Compañía de Jesús, guardándose él cerca de 28 mil documentos, publicando tres libros con sus hallazgos, los cuales no interesaron al público en general. Al quedar endeudado por no poder pagar a la editorial, todos los documentos y libros quedaron en la Biblioteca Nacional de Madrid en manos del oficial de la entidad, Antonio Paz y Melia. A raíz de los problemas entre Chile y Argentina, Carlos Morla Vicuña encuentra estos documentos en dicha biblioteca que trata sobre los jesuitas de Antillas, Argentina, Bogotá, Bolivia, Chile, Ecuador, España, México, Panamá, Perú, Quito, Filipinas, Manila, y Venezuela, con un total de 13.000 documentos, y el gobierno de Chile en 1877 los compra por mil quinientos pesos chilenos de la época, quedando en poder de la Biblioteca Nacional. Supuestamente los restantes quince mil documentos aún debieran estar en la Biblioteca Nacional de Madrid, aunque algunos de estos documentos y otros anteriores pueden estar en los Archivos de Simancas, en Valladolid, y en el Archivo General de Indias, en Sevilla. Es probable también, que existan algunos documentos relevantes en las Bibliotecas de la Universidad de Alcalá de Henares y en la del Palacio del Escorial. Aunque en el Archivo Romano de la Sociedad de Jesús, ARSI, existe muy importante documentación, este archivo está cerrado al público por reparaciones internas e inventarios.


VI.- HIPOTESIS DE TRABAJO


Mi investigación, que hasta ahora he realizado sin apoyo financiero de ninguna institución, nacional o extranjera, plantea la siguiente hipótesis:


- Chile, Argentina y parte importante del sur de Brasil conformarían el Imperio de América del Sur, liderado por las ideas impulsadas por los emperadores bávaros y austríacos del siglo XVIII, que planteaban un gobierno con un parlamento, estilo romano, con un emperador o monarca que sólo obedeciera y fuese la cara visible ante el pueblo, tal como hoy sucede con Inglaterra.


- Una división de los jesuitas alemanes se produce a comienzos del siglo XVIII en el Colegio de Ingolstadt, lo que genera dos corrientes: una corriente Anti-Vaticana, que decide penetrar las Logias de los Masones en Londres para formar finalmente el Imperio Transitorio del Norte, por un período superior a dos siglos, hoy Estados Unidos de Norteamérica. La segunda corriente, aunque leal a la Iglesia Católica, es impedida de formar el Imperio del Sur sin la tuición de las monarquías españolas o portuguesas. Los jesuitas ligados a la Masonería finalmente triunfan sobre los jesuitas católicos y consiguen que España, Portugal y hasta la propia Iglesia los vea como enemigos, por lo que ordena su expulsión y disolución. En otras palabras, los Jesuitas se expulsan a si mismos porque no podía existir dos grupos de poder, uno en el norte y otro en el sur.


Si las dos anteriores hipótesis son correctas, tendría sentido no sólo los hallazgos técnicos descritos en Chile, sino además la conversación entre Riesle y Ratzinger, donde coinciden con el Gobierno Norteamericano que sitúan a Chile como el punto principal para el futuro cercano.


Si las dos hipótesis anteriores son correctas, debiéramos observar no sólo una mayor demanda por nuestras materias primas, sino de un traslado literal de empresas y empresarios norteamericanos y europeos desde sus respectivos países hacia las naciones de Sudamérica, con predominancia a la nuestra.


VII.- OBJETIVO DEL PROYECTO


Los objetivos que se persiguen con este proyecto son los siguientes:


1.- Devolver a Chile la fe y la esperanza a su pueblo mostrándole que los extranjeros ahora nos necesitan no sólo para satisfacer sus crecientes demandas por alimentos y agua, sino porque requieren venirse a vivir a estas latitudes, lo cual implica que se requerirá negociar previamente un clima de estabilidad y tranquilidad local. Podrán estar gestándose guerras e Europa y en Estados Unidos, pero en territorio chileno deberá garantizarse la paz.


2.- Mostrar los grandes aportes de los padres jesuitas alemanes durante todo el siglo XVIII, así como las grandes enseñanzas que dieron a los naturales mediante colegios, institutos y parcelas o haciendas donde se les enseñaba el cultivo de las plantas y hortalizas, y técnicas modernas en agricultura.


3.- Reencantar a la juventud chilena con los aportes y diversos intereses mostrados por el sacerdote bávaro, Carlos de Haimbhausen, tanto en los aspectos metalúrgicos, técnicos e industriales, así también como en los aspectos arquitectónicos, matemáticos y astronómicos (puesto que se dice que este sacerdote efectuó los cálculos sobre el regreso del cometa Halley con sorprendente precisión).


4.- Mostrar una visión diferente sobre lo que fue la presencia de los Jesuitas en Chile, y nueva óptica sobre las posibles razones que definieron su expulsión de todos los reinos de España, del Mundo, y desde el Seno de la Iglesia Católica.

jueves, 3 de abril de 2008

Ad Astra, per Aspera

PREFACIO DE "EL CONDE DE HAIMBHAUSEN Y EL MISTERIO DE VEAS-01"








Cuando el año 2003 me enteré que después de la Venta de Armas, el Tráfico de Drogas, y el Tráfico de Especies Animales, el cuarto mayor negocio lucrativo del mundo lo constituía la Comercialización de Meteoritos, debo confesar que me pareció demasiado increíble. No consideraba lógico que unos cuantos gramos de material rocoso o metálico provenientes del espacio, que hasta entonces yo pensaba que sólo servían para estudiar el origen y el destino del Universo, pudiesen tener rangos de valor tan variables, pudiendo costar desde unas decenas de dólar hasta varios miles de dólares un sólo gramo.




A raíz de un asombroso descubrimiento que uno de mis amigos realizara, y que dice relación con el hallazgo de un Meteorito No Clasificado de más de seis toneladas, denominado Veas-01, sin quererlo me vi envuelto en una serie de complejas situaciones que me ayudaron a abrir los ojos y a entender por qué estas piezas extraterrestres eran tan valiosas, al tiempo que pude comprender cómo en este negocio, al igual que en las “mafias”, existen órdenes emanadas por “cúpulas” controladoras que incluso actúan sin ningún soporte científico, aseverando y conjeturando leyes, cuyo único propósito es la consecución de sus objetivos contingentes. Y como el campo del estudio de los meteoritos involucra a todas las disciplinas de la Ciencia, estando de por medio complejos experimentos y análisis, es muy difícil, incluso para los especialistas, comprender el origen y la formación de estas piezas para posteriormente comprender el origen del Universo y del Sistema Solar.




Así por ejemplo, y aunque todo el mundo científico acata la idea de un Big-Bang para el comienzo del Universo, y aceptan la idea de una nebulosa que formó el Sol y sus planetas, parece que pocos buscan comparar la mera especulación divagatoria con los resultados empíricos que pueden obtenerse de los análisis efectuados en trozos de meteoritos. El caso es que en base a observaciones astronómicas y a suponer ciertas velocidades estándares tanto para galaxias y cúmulos distantes como para estrellas más cercanas, mediante la llamada Constante de Hubble, se ha estimado que el Universo tendría entre quince mil y veinte mil millones de años de antigüedad, en tanto nuestro Sistema Solar tendría la edad de cinco mil millones de años, habiéndose formado a partir de una nebulosa cuyo gas fue condensado debido a una presunta supernova cercana que inició su colapso gravitatorio, aunque nadie menciona que si esta idea fuese correcta y por ley de conservación de la masa y momento angular, el momento angular del Sol debiera ser igual al 98% del Sistema Solar, en tanto los planetas debieran contener sólo el 2% del mismo. No obstante, las observaciones revelan asombrosamente todo lo contrario: el Sól apenas posee un 2% del momentum angular, en tanto los planetas poseen el restante. Los científicos de esta área establecen que no puede existir meteoritos con un contenido de níquel inferior al uno o dos por ciento, aunque no hay ley geológica que lo estipule; establecen que las condiciones de isotropía y homogeneidad del Espacio Vacío es igual en todos los puntos del Universo, sin pensar que fuera o dentro del Sistema Solar existan vastas áreas con un índice de refracción negativo, situación que sólo recientemente se plantea, o que las abundancias isotópicas no sean las mismas en todo el Universo.




Sin embargo, y luego de haber nosotros mismos financiado la gran mayoría de los exámenes, pudimos realizar algunas observaciones en Veas-01 que contradicen lo actualmente establecido. Luego de perforar el meteorito hasta unos diez o doce centímetros de profundidad y recogiendo el “sarro” o residuo que había internamente, dos prestigiosos laboratorios determinaron la cantidad de uranio, torio y plomo que la Roca contenía. Simplemente, suponiendo que las abundancias isotópicas para los elementos uranio, torio y plomo son similares a las del Sistema Solar, y que la constante de decaimiento para el torio y el uranio es similar al terrestre, la edad que la Roca arrojó, por decaimiento de torio, fue entre tres a cinco veces superior a la edad estimada para el Universo, usando la Constante de Hubble. Además descubrimos que el material interno de la Veas-01, al ser expuesto a los haces de neutrones térmicos de un reactor nuclear, generaba una ventana de absorción gama sólo comparable a los metamateriales que actualmente se diseñan, con índice de refracción negativo. Por otro lado, la cantidad de níquel contenido en todas las zonas de la Roca no superan el 0.2% en peso, análisis que desmiente la idea de que los meteoritos metálicos no puedan contener menos de un uno o dos por ciento de este elemento. Adicionalmente, el hallazgo de los meteoritos extraídos del Chaco y el encontrado por los doctores polacos Marek Krapiec y Andrzej Kotowiechi, demuestran especimenes que tampoco parecen tener níquel. La mayoría de los meteoritos que se comercializan en Chile provenientes de la zona de El Chaco muestran un alto nivel de oxidación y herrumbre sólo explicable a la ausencia total de níquel. Por otra parte, los trozos que el profesor Cecil Bud Eisler posee en el Museo Mineralógico de Copiapó, los cuales son claramente hierro con menos de un uno porciento de níquel, no poseen líneas de Widdmanstatten, y dicen provenir de un siderito de cerca de cincuenta toneladas conocido como el Gran Chaco, hallado en el año 1576. Sin embargo, y aunque la Meteoritical Society certifica este hallazgo e indica que los meteoritos del Chaco poseen en torno a un cinco porciento de níquel, la realidad demuestra que estas piezas sufren una rápida oxidación, no poseen las líneas de Widdmanstatten, como tampoco se ha certificado la existencia del gigantesco meteorito Gran Chaco de donde presuntamente vienen estos trozos, y que esta entidad dice avalar. Nadie hasta ahora ha mostrado los diagramas de estabilidad para el hierro y el níquel, de modo de establecer científicamente los porcentajes en que pueden coexistir ambos elementos.




Veas-01 ha generado una gran controversia dentro del mundo científico que medra en esta área. Sus grandes diferencias con los meteoritos clasificados han llevado a algunos especialistas a elucubrar sobre la posibilidad que esta Roca fuese de origen inteligente o humano, lo cual provoca rechazos diversos. Si Veas-01 fuese un objeto fabricado ya sea por los seres humanos o por una civilización anterior la edad de ella debiera ser inferior a la edad de la Tierra, esto es, menor a los cuatro mil quinientos millones de años, lo cual es contradicho por los análisis de edad determinados por el decaimiento de torio en plomo.




Por tanto, lo anterior lleva a dos posibles conclusiones finales: o Veas-01 fue fabricado por una civilización distante y extinta miles de millones de años antes que nuestro Sol se formara, o bien esta Piedra proviene de zonas del Universo donde las leyes de las abundancias isotópicas y su correspondiente índice de refracción pudiesen ser muy distintos a los que medimos en las cercanías a nuestro planeta. Personalmente, y como científico, me inclino por la segunda idea. Con ello, no estoy descartando la posibilidad de que alguien, o algún grupo, con conocimientos avanzados en metalúrgica pudiesen haber intentado trabajar esta estructura con posterioridad a su caída. Y esta sospecha vino acompañada de una posible confirmación.




Los meteoritos pétreos o rocosos como condritas carbonáceas traen consigo un mineral conocido como Maskelinita, el cual se forma a muy altas presiones. Sin embargo, si este mineral es sometido a un proceso de altísima temperatura este mineral se transforma en otro mineral secundario llamado Leucita. Y fue precisamente este mineral el que se halló en varias zonas de Veas-01 rodeando un área que contiene una extraña cavidad rectangular que indica claramente una intervención humana y de personas que tenían muy buenos conocimientos en técnicas de fundición. Como nada hubo, en cuanto a tecnología se refiere, antes de la fundición de Viña del Cerro al interior de la ciudad de Copiapó, que era usada por diaguitas y atacameños para trabajar cobre hasta el año 1470, y nada hubo entre el año 1770 y 1940 en Chile, en materia de fundición, fue para mi evidente que esta perforación rectangular fue manipulada entre la llegada de los españoles y la expulsión de los Jesuitas en 1767. Pero como internacionalmente los conocimientos para fierro colado y sin azufre fueron resultados desarrollados en el siglo XVIII, el rango buscado se estrechaba aún más: la Roca debió haber sido tratada entre 1720 y 1767, sin más alternativas. Y como eran Alemania y Holanda quienes impulsaban el desarrollo industrial europeo, con Segismundo Haimbhausen a la cabeza, tanto en la invención de las modernas técnicas para acuñar monedas y medallas, como de fundador de la Real Academia de Ciencias de Baviera, entonces había que buscar si algún miembro de esta familia había llegado a Chile. La respuesta fue afirmativa cuando me enteré que el hijo del conde de Haimbhausen, hoy una provincia de Dachau, había llegado junto a otros alemanes a Chile el año 1724, dominando varias técnicas desconocidas para los españoles y portugueses de la época. El sacerdote se llamaba Karl von Haimbhausen, o Carlos de Haimbhausen, o simplemente como se hacía llamar en Chile, Carlos Haymhausen. El fallecería en Santiago de Chile el día siete de abril del año en que la Compañía de Jesús fuese expulsada de todo el imperio español por el rey Carlos III, y sus restos serían puestos en un sarcófago puesto verticalmente en una cripta que actualmente se encuentra bajo el ala oriental de la Iglesia de los Jesuitas de Calera de Tango, Monumento Nacional desde el año 1971, gracias a un decreto firmado por el entonces presidente de Chile, don Salvador Allende Gossens.




Cuando descubrí en el inventario de Fondo Jesuitas, del Archivo Nacional de Santiago, que los religiosos de la Hacienda de Calera de Tango tenían una máquina eléctrica traía a Chile presumiblemente antes de 1765, fue para mi evidente que a la Universidad de Leiden le cabía participación en estos hechos, todo lo cual me llevó a determinar que el sector donde la Roca Veas-01 fue encontrada correspondió al terreno que los padres jesuitas llamaban Hacienda de la Ollería, donde probablemente los religiosos efectuaban algunos experimentos metalúrgicos.




Aunque muchos fueron los documentos que puede encontrar de este sacerdote tanto en los archivos de la Biblioteca Nacional como en el Archivo Arzobispal, dos hechos gravitantes me han impedido escribir un libro histórico mostrando los reales datos recopilados y conclusiones obtenidas durante estos años. Primero, los socios propietarios de Veas-01 me han prohibido publicar documentos que se relacionen con el tema que es de su investigación exclusiva; y segundo, aún requiero de al menos un año para registrar los archivos existentes en las bibliotecas y centro de documentación en Europa, donde pueda hallar textos que complementen y certifiquen mi investigación.




Por los dos puntos expuestos, y siguiendo los consejos de un par de amigos, decidí escribir entonces una Novela Histórica hipotética, titulada "el Conde de Haimbhausen y el Misterio de Veas-01", basándome en algunos datos históricos hallados, en tanto otros han sido abiertamente modificados en fechas y contenidos para hacer coherente el mensaje. De esta forma, partí considerando, como hipótesis de trabajo, que la expulsión de los religiosos que eran de la Compañía de Jesús obedeció a un plan estratégico más que político o económico, impulsado por las naciones que conformaban el vigente Reich o Sacro Imperio Germano Romano, desde el año 846 d.C. con el tratado de Verdún. El plan del Reich era formar un imperio, utilizando a los jesuitas, en los países que hoy corresponden a Chile y Argentina. Pero al no lograr el apoyo necesario por parte de la Iglesia Católica, la cual influenciaría fuertemente las decisiones de las monarquías españolas y portuguesas, el Reich determina penetrar las logias masónicas de Londres, y con los fondos que se recibiera en la Bolsa de Metales se financiaría el establecimiento temporal del Imperio en el Norte de América, mientras las ideas independentistas, con el paso de las décadas, convencieran a la Iglesia Católica y a sus aliados de negociar el Sur del Mundo. De este modo, y a pocos años de la expulsión de los jesuitas de los reinos de España, Francia y el resto del mundo, y desde el seno de la Iglesia en 1772, se formaría este imperio transitorio, que siempre estaría controlado por Inglaterra, denominado Estados Unidos de Norteamérica. En otras palabras, los jesuitas fueron eliminados para permitir la creación de Norteamérica, porque de lo contrario Chile y Argentina hubiesen tomado la delantera en el manejo de la economía del Mundo.




"El Conde de Haimbhausen y el Misterio de Veas-01" intenta explorar una misma idea expresada desde diversos puntos de vista, por medio de diálogos y pensamientos ocurridos con siglos de diferencia, con el objetivo de mostrar sutilmente los cambios de paradigmas que el conocimiento de un mismo hecho puede inducir en grupos o en personas distintas.




Es por ello que, un escritor amigo mío, me recomendó escribir una Novela Histórica hipotética narrando situaciones y acontecimientos similares a los acontecidos, pero creando nombres nuevos, personajes ficticios, alterando algunas fechas y modificando la lectura de ciertos escritos de manera de dar coherencia a una narrativa. Una Novela, díjome mi amigo, no debe ser considerada un Libro Histórico, aunque cuente hechos que hayan sucedido en la vida real, de la misma forma que un libro de Ciencia Ficción no es considerado un libro de ciencia, aunque su autor sea un científico y el escrito presente documentos reales sobre investigaciones científicas. Fue así, con este nuevo punto de vista, y utilizando anécdotas tanto reales como supuestas sucedidas tanto al padre Haimbhausen como a los propietarios de Veas-01, y a la Roca misma, que me lancé en este proyecto de intentar reescribir una hipotética Historia de la Humanidad, y sobre el Poder detrás de las monarquías, imperios y democracias, entre los años dos mil antes de Cristo hasta un hipotético año 2012.




Aunque la novela "el Conde de Haimbhausen y el Misterio de Veas-01" siempre circula en torno a la vida y obra del sacerdote con el título nobiliario de conde, así como también en torno a la vida de los presuntos e hipotéticos protagonistas dueños de Veas-01, siendo el único real el propietario don Jorge Veas Núñez, el texto aborda temas de controversia histórica como el surgimiento de los Francorum, o monjes merovingios insertos dentro de la Orden Benedictina, la Milicia del Temple, hasta 1319, la Orden de Cristo, hasta 1540, la Masonería y su Gran Logia de Londres, y los religiosos de la Compañía de Jesús, entre 1540 y el año en que el rey de España, Carlos III los expulsa de todo el imperio en 1767. Como puntos adicionales, mi novela muestra una posible explicación a la aparición de la Ilustración, la Revolución Francesa, el surgimiento de Napoleón Bonaparte, y mucho antes la huida de los papas a Avignon en 1304, la creación de la Iglesia Anglicana y la Luterana como resultado de la búsqueda de excusas para su separación de la Iglesia Católica, todos hechos sucedidos como causa o efecto de la Creación del Primer Reich, o Sacro Imperio Germano Romano, con el Tratado de Verdún en el año 843 d.C., cuyo único objetivo era eliminar el poder de las monarquías locales para formar un Gran Imperio gobernado por un Parlamento con poderes extraordinarios que dictase a los reyes o emperadores sus decisiones sobre el destino del Mundo. En otras palabras, los casi mil años que duró el Reich, cuyas ideas provenían tanto del antiguo Imperio Romano y del Antiguo Egipto, y basadas en las antiguas creencias judaicas sobre el Milenarismo, dio origen, según mi novela, a todos los acontecimientos que la historia conoce hasta nuestros días. Es por ello que el jesuita chileno Manuel Lacunza, quien publicase en tres tomos su magnífica obra sobre el regreso del Mesías en gloria y majestad, sirve de inspiración a toda la estructura de gobierno inglés y a la del recién creado Estados Unidos.




Otro aspecto polémico que mi novela aborda es sobre la verdadera razón, a mí entender, sobre la causa de la expulsión de los jesuitas de todo el Reino de la Indias de América. Mi libro propone que los Jesuitas impedían la creación de Estados Unidos de Norteamérica debido a la influencia que Alemania ejercía a través de ellos, por el control sobre los terrenos del Sur del Mundo, entendiéndose por éstos, Chile y Argentina. Y quienes estaban detrás de la idea de formar un Imperio en el Sur fueron principalmente los jesuitas del Colegio de Ingolstadt de Munich, donde la influencia de la familia Haimbhausen era fuerte, sobre todo durante gran parte del siglo XVIII. Como ningún imperio se puede desarrollar sin tecnología independiente de los gobiernos e imperios de turno, mi supuesto fue determinar si hacia Chile y alrededores de Argentina y Paraguay los padres y coadjutores de la Compañía de Jesús habrían traído técnicas e instrumentos que no se conociesen ni en España o Portugal, como tampoco en Inglaterra o Francia. Y el resultado fue sorprendente. Cada invento que los ingleses decían haber patentado, era impulsado por un alemán o por ciudadanos dentro del círculo de influencia de Bavaria o Suiza, existiendo muchos aportes que sólo eran conocidos en Alemania y en Holanda, con la gravitancia que ejercía la Universidad de Leiden. Y antes que estas técnicas fuesen conocidas en España, dueño de América, ya en territorio chileno existían estas tecnologías, implicando que el plan era formar un Imperio en estas latitudes, donde la Cruz del Sur tocase tierra con su travesaño mayor. Según mi novela, la Orden de Cristo, Caballeros de Cristo o Milicia de Cristo, entidad formada en Portugal el año 1319 para proteger e insertar a los miembros de la expulsa Orden del Temple, descubren y exploran el Nuevo Mundo entre fines del siglo XIV y mediados del siglo XV, creando mapas cartográficos perfectos en base a su invento de la latitud y de la longitud que luego sería publicado en 1567 por Gheert Cremer, más conocido como Gerardus Mercartor, y su Proyección de Mercator. La novela supone cómo el último papa en Avignon, el sabio Benedicto XIII, reivindica su lealtad a Roma, y ayudado por los miembros de la Orden de Cristo, huye hacia la antigua fortaleza de los Templarios en Aragón, en la localidad de la Peñíscola, llevando consigo importantes documentos y mapas cartográficos, que luego pasarían a manos de los monjes del Monasterio de la Rábida y a los Reyes Católicos. Ahí nacería la expedición de Cristóbal Columbus.




El libro propone que los miembros de la Orden de Cristo, ex Templarios, calculan por fin el punto donde la Cruz del Sur se posa con sus brazos en tierra. Este punto correspondía al Grado 33 de latitud Sur, y quienes conocían de cómo calcular y determinar geográficamente este punto serían conocidos en adelante como Maestros del Grado 33, haciendo abierta referencia a la latitud donde la Cruz del Sur parece tocar el horizonte. Con la secularización de esta orden y la creación de la Compañía de Jesús el año de 1540, los conocimientos de los ex miembros del Temple pasan a manos jesuitas, poseedores del antiguo conocimiento de la Orden Jerosolimitana del Templo del Salomón. Pero debido a roces existentes entre los jesuitas bávaros de Ingolstadt y el seno de la Iglesia Católica, y aprovechando el gusto de los Maestros Canteros o Masones por el conocimiento oculto, los padres de la Compañía de Jesús deciden penetrar y controlar a partir de 1717 todas sus logias, partiendo por la Gran Logia de Londres. Ahí los masones aprenderían y harían suyo los conocimientos de los jesuitas, que a su vez provenían de los extintos templarios, usando para si el calificativo de Maestros del Grado 33, aunque ellos mismos, con el tiempo, no supieran el verdadero sentido de la frase, porque todo conocimiento científico olvidado se transforma luego en una alegoría hasta que es reemplazado por el mito y la leyenda. Como dato anecdótico, y aunque a comienzos del siglo XVIII la Corona Británica pagaba en premio la suma de 20.000 libras esterlinas al matemático o científico que pudiese resolver el “Problema de la Longitud” dando a los mapas una acuciosidad de medio grado, muchos años antes las ciudades de Santiago y Buenos Aires se fundan precisamente en el Grado 33 de Latitud Sur, implicando que quienes determinaron su emplazamiento geográfico sabían ya de coordenadas geográficas.




Con los jesuitas controlando la Masonería, por un lado, y con jesuitas dentro del seno de la Iglesia, el Vaticano decide excomulgar a los masones, temeroso de un nuevo Cisma al ver que muchos clérigos y obispos simpatizaban con sus ideas; y cómo no iba a suceder esto, cuando eran los propios jesuitas quienes controlaban sus logias.




Mi novela además ataca la “ingenua” creencia de que son los Illuminati quienes mantienen el poder sobre el Mundo o sobre Estados Unidos. Con un poco de conocimiento histórico el libro explica que los Illuminati no son más que ciertos grupos jesuitas surgidos desde el ya mencionado Colegio de Ingolstadt, liderados por Adams Weisshaupt, quien no logró más que generar una facción diferente y fallida entre los Jesuitas leales a la Iglesia y aquellos que controlaban a la Masonería de Londres. Serían entonces los propios jesuitas quienes se expulsarían a si mismos. Los jesuitas que desde Londres y Francia controlaban la Masonería, para poder formar Estados Unidos, el Imperio Transitorio de Norteamérica, debían expulsar a los jesuitas que desde la Iglesia buscaban formar el Imperio en el Sur de América. Y aunque el Reich inicialmente apoyaba incondicionalmente a la Compañía de Jesús, esta situación cambia cuando España, Portugal y el Vaticano deciden impedir que un Imperio se forme sin la completa tutela europea. Y como la independencia en el Sur no fue autorizada, el Reich usando a los jesuitas que controlaban la Gran Logia, determina que se ocuparía a la Corona Británica y a la Iglesia Anglicana, para financiar por medio de las tributaciones que resultaban de la venta de commodities o materias primas en la Bolsa de Metales de Londres, para la formación de Norteamérica.




Sin los jesuitas dentro del imperio español en 1767, y sin los jesuitas en la Iglesia en 1772, y mientras el Reich buscase durante las décadas venideras, negociar con el Vaticano la formación del Imperio definitivo en el Sur, desde Londres se manejaría el nuevo Imperio del Norte, creado el 4 de julio de 1776, por medio de los antiguos jesuitas disidentes. Por ello, explica la novela, que muchos de los jesuitas que estaban en Norteamérica continuaron en sus funciones aún después de la creación de Estados Unidos, como sucedió con John Carroll, jesuita que luego asume como primer rector de la Universidad de Georgetown. Esta universidad, hoy jesuita, sirve y sirvió en el pasado como centro de operaciones y de formación para los agentes de la luego creada Central Intelligence Agency, así como los jesuitas de Maryland mantienen fuertes vinculaciones con la Nacional Security Agency. Sin embargo, desde un punto de vista práctico y de conocimientos adquiridos, el libro propone que los actuales miembros jesuitas distan mucho de poseer la sabiduría de los jesuitas que actuaron hasta el siglo XVIII, de manera que quienes hoy lo más cercano a las enseñanzas por ellos propuestas están dentro de las Logias de la Alta Masonería. Es en la Gran Logia donde reside el conocimiento de los jesuitas del silgo XVIII. Pero como las actividades del padre Haimbhausen en Chile se mantuvieron ligadas siempre al seno de la Iglesia Católica, este sacerdote temiendo que sus conocimientos cayeran en malas manos, expone esta novela, los ocultó en diversas localidades dentro del territorio nacional, y en algunos lugares argentinos cercanos a la cordillera de los Andes. Y para garantizar que la posición de estos puntos no se olvidara, por diecinueve años, junto a un religioso holandés, el padre Carlos de Haimbhausen habría escrito un mapa con símbolos e ideogramas, grabados en un Cáliz de metal meteorítico, posiblemente extraído de Veas-01, y que explica el trozo rectangular faltante de la Roca, y recubierto dicho copón luego con plata para ocultar los reales símbolos. El libro entonces crea la ficción de que un masón inglés ligado a los Altos Conocimientos, de apellido Heizung, y aprovechando que cumple funciones diplomáticas en Chile, decide sustraer el mencionado Cáliz desde el Museo de la Catedral, el año 1982, presionando para ello al Nuncio Apostólico de la época. Esta parte del libro es muy entretenida, porque hipotéticamente entremezcla esta ficción con los hechos que ocurren cuando Chile apoya secretamente a Inglaterra en su lucha por el control de las Islas Falkland.




Aunque muchos otros aspectos se tocan en "el Conde de Haimbhausen y el Misterio de Veas-01", como el tema del Oro, la forma en cómo se mueven los dineros en el Mundo, la verdadera función de las fundaciones, el origen de la Deuda Externa por el primer préstamo de un millón de libras esterlinas que Londres concede al ministro de O’Higgins, Antonio de Irrisarri, el objetivo del libro es mostrar una situación hipotética donde un objeto como Veas-01 puede revertir importantes decisiones mundiales y generar el cambio de Visión, cuando cambia un Paradigma. Los mismos norteamericanos han sostenido desde hace muchos años “Cuando cambia un Paradigma, todo vuelve a cero”. En base a este principio mi novela revela cómo finalmente es Londres, y no Estados Unidos, quien compra Veas-01 para intentar desarrollar tecnologías de punta, con el objetivo de acelerar la caída económica de Estados Unidos y de los países del Asia. Al mismo tiempo, se narra una hipotética situación donde los socios y propietarios de Veas-01 astutamente plantean una forma de negociación, con uno de sus socios buscando obtener la misma suma en libras esterlinas con el adicional de un depósito de Oro Físico movido hacia Chile, el que se calcula en base a la variación del valor de la Onza Troy entre el año en que la NSA, dirigida por un hipotético general Hendel, se interesa en comprar por vez primera la Roca y el año en que finalmente se adquiere. El libro propone que al no poseer el Banco Central sus reservas de Oro pertinentes, los socios propietarios de Veas-01 aprovechan esta situación para fortalecer el peso chileno creando su propio banco nacional a la vez que garantiza negocios y proyectos en América Latina. De esta manera, sin proponérselo en un comienzo, los propietarios de Veas-01 se transforman en los protagonistas de la formación del Imperio del Sur, que una vez la familia de Haimbhausen y los jesuitas del silgo XVIII pensaron, donde la Cruz del Sur posa sus brazos sobre la Tierra.




AGRADECIMIENTOS



En primer lugar deseo agradecer el apoyo que mi hermano Iván, médico de la ciudad de Copiapó, y su señora, Marisol, me brindaron al invitarme a quedarme en su casa para, lejos del ruido y constante ajetreo de la ciudad de Santiago, pudiese finalizar mi libro con toda la tranquilidad y silencio requeridos, además del vehículo que me proporcionaron para terminar investigaciones que serán publicadas en futuras obras, si Dios quiere.




En segundo lugar, deseo agradecer a todos mis colegas científicos, escritores e historiadores por su invaluable apoyo a esta obra, quienes con sus conocimientos técnicos e informes completísimos, permitieron que esta Novela fuese escrita con cierta base científica, aunque evitando un sobrecargo de términos excesivamente técnicos que hicieran molesta su lectura por parte de un lector no especializado. Por ello, no puedo de dejar de mencionar a mi amigo y colega Jorge Reyes Molina, físico teórico e ingeniero físico, y académico de la Universidad de Chile; a mi amigo geólogo y miembro del equipo investigador de Veas-01, doctor Brian Townley Callejas, académico de la Universidad de Chile; a mi amigo y socio, don Jorge Veas Núñez, quien me ha transmitido todos estos años su experiencia como empresario minero; al resto de mis socios y propietarios de la Roca Veas-01; al profesor Luis A. Cordero, doctor en matemática y académico de la Universidad de Santiago de Compostela, por su aporte en las expresiones paramétricas y gráficas para la Espiral de Fermat Retorcida; al doctor en medicina, don Arturo Pemjean, por autorizarme a explorar los terrenos de su propiedad, que antes, en el siglo XVIII, pertenecieron a los jesuitas de Calera de Tango; a mi colega y amigo, Jorge Anfruns Dumont, por sus consejos y aportes, transmitiéndome su experiencia de seis libros publicados; a mi amiga de viejos tiempos, Claudia Möller Racondo, destacada doctora en historia de la Universidad de Salamanca, por nuestras antiguas conversaciones sobre la vida y obra de Carlos V, impulsor y defensor de la idea de la creación de la Compañía de Jesús; a la señora Gabriele Donder-Langer y al señor Erlebach, de la localidad de Haimbhausen en Dachau, Alemania; y a muchos otros que hicieron posible la producción de esta primera obra.